jueves, 25 de abril de 2013

La vida



     Simplemente se asomó, como lo haría un lagarto, un prófugo o un pez suicida. En una calle cualquiera, Caracas le devolvía la mirada intermitente de ojos sin nombre. Una interminable procesión de jinetes mudos, bocinas y ronroneos mecánicos desfilaba a centímetros de su cabeza.
     Imaginó que aquel río motorizado era la vida. Desde su improvisado sepulcro líquido, esta le pareció infinitamente rudimentaria, elemental.
     No pensó en Marx, Hegel ni en ningún intelectual desquiciado. No le interesó el fútbol, la muerte de Chávez, los avances del último celular ni el pago del alquiler.
     La vida es eso que pasa sobre mí, tan cerca y tan lejos de mí, pensó, mientras sumergía la cabeza en el lodo.

Foto: Rodrigo Abd/AP Photo