miércoles, 8 de febrero de 2012

Lupita se fue

Imagen: Rutger Blom

     Extraño mucho a Lupita. Ya no sé cuánto tiempo he estado aquí sin verla, sin sentir el hormigueo de su mirada sobre la mía. Es que no encuentro otra forma de describir lo que una sentía al mirar esos ojos profundamente negros, como si de ellos se desprendiera la mirada de miles de ojos negros, titilando como hormigas, mirándolo todo, comprendiéndolo todo. Es que Lupita lo sabía todo. Me parece haber escuchado decir a Carlos que hace años que Lupita se fue (¿o hablaba de su hermana?), pero a mí se me hace que ayer jugábamos juntas con muñecas idénticas, con vestidos idénticos. Siento que fue ayer mismo que confundía su reflejo con el mío cuando nos mirábamos al espejo. Mi hermana Lupita…
     El otro día al cruzar un espejo me encontré con sus ojos. “¡Lupita!”, grité suavemente, casi susurrando. Le dije a Carlos que la había visto en el espejo. «Es usted, mamá», me dijo Carlos (¿o era mi otro hijo?). «Lupita es usted», me dijo.
     Yo no sé si Lupita soy yo, si es mi hermana... no sé adónde se fue. Solo sé que la extraño.

2 comentarios:

  1. gracias Tago este cuento me trajo muchos recuerdos de mi abuelita, la verdad es que lo describiste muy bien y con gran sentimiento. Giovanna.

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  2. Giovanna, gracias por tu comentario; me alegro mucho que te haya gustado.

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