La chica de la panadería se llama Sara. Hoy, mientras esperaba a que
me atendieran, la dueña de la panadería la llamó por su nombre. Yo lo repetí
mentalmente, una y otra vez, («Sara, Sara, Sara…») como si fuera el código
secreto que revelaría quién sabe qué misterio, el número de lotería ganador, un
talismán, («Sara, Sara…») el único nombre que realmente representa algo.
Lo repetí mentalmente con una obstinación algo desmedida —ahora me doy
cuenta— hasta que, por primera vez, me tocó que ella me atendiera.
—Hola, ¿qué vas a llevar? —me dijo.
—Dos kilos de Sara —contesté con una sonrisa que enseguida se
transformó en otra cosa; otra cosa indefinible. Debo haber tenido la cara de un
condenado a la silla eléctrica a quien, justo antes de morir, le cuentan el
mejor chiste de su vida. Ese preciso instante en que la descarga eléctrica
encuentra la carcajada, esa fusión escalofriante entre la risa y la muerte, esa
expresión debo haber tenido, me imagino, en esos segundos que duraron años.
De lo que pasó después —qué dijo ella, qué dije yo, qué compré, cuánto
pagué, si saludé o no al irme— sinceramente no me acuerdo. Es una mancha negra
y pegajosa en la tela de la memoria.
¿Y Pelu?, se preguntarán. Pelu no tiene mucho que ver; aunque sí, Pelu
siempre está ahí para poner la cereza sobre el postre. Me esperaba afuera de la
panadería cuidando las bicicletas. Apenas le pasé la bolsa de pan para subirme
a la bici me dice: «¡Compraste miñoncitos, che! Eran flautitas, loco,
flau-ti-tas».
Sin pensarlo
siquiera, le acomodé una violenta bofetada entre la nuca y la oreja izquierda.—¡Acá tenés una flautita, infeliz!
En Barcelona había un tipo de dulces en las pastelerías que se llamaban Saras. Ya apenas se hacen: llevaban como una nata helada y azúcar quemado por encima. Pelu podria abrir su blog y explicarme qué son los miñoncitos.
ResponderEliminarSi Francesc, mejor que te explique Pelu, pues si te explica Tago te va a doler un poco.
EliminarLos miñoncitos y las flautitas son dos tipos diferentes de pan francés. Eso de las saras no lo sabía (y el hermano de Pelu tampoco). Saludos, Francesc!
ResponderEliminarSi estubiera en la panadaria en el momento en que el relator (todabía no sabemos su nombre) le pide a la chica 2 kilos de Sara, le diría: A la flaaaauta!!
ResponderEliminarChe... pobre Pelu. Si Sara vio la escena del cachetazo desde dentro de la panadería quizás no le gustó.
ResponderEliminarAquí en Barcelona no venden flautitas o mignones... Solo hay baguettes.
Todavía recuerdo las cremonas.... ¡los cuernitos!
Abrazo!
Hay que reconocerle a Pelu el merito de abrir la boca justo cuando su hermano más necesitaba una descarga. Me da la impresión de que le hubiera sacudido igual sin importar mucho lo que dijera.
ResponderEliminarY seguro se la aguantó sin moquear. Aguante Pelu!!!
Saludos!
Villacresporker, tenés razón: a su manera Pelu dio una mano, y ahí nomás le devolvieron otra bastante pesadita.
ResponderEliminarPedro y Germán (y todos los demás), gracias por pasar, leer (no sin cierto dolor) las idioteces que me resigno a publicar y encima comentar.