Surcaron horas imprecisas, contemplando desde sus ventanillas los restos humeantes del mundo. Levantaron y curaron a su paso, predicaron sin palabras,
con manos y llagas y hambre. El último pueblo los aguardaba tras el oscuro
puente que se extendía sobre un río de sangre. Allí los esperaban otros niños,
armados con palos y piedras.
Foto: Underprivileged Indian, AP Photo, Bikas Das.
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